Existen muchos mitos y leyendas sobre la historia antigua de las Islas Canarias, entre ellos las que sostienen que sus primeros habitantes provenían del continente perdido de la Atlántida o los que consideran que las islas eran un lugar mágico, las míticas Islas Afortunadas, el paraíso de las mitologías celta y griega.
Se cree que Gran Canaria ya estuvo poblada alrededor del año 500 a.C., aunque hay varias teorías sobre los orígenes de sus primeros habitantes. Una de las teorías más aceptadas es que los nativos (conocidos por la mayoría como “guanches”, aunque el término histórico correcto sería “canarios”) provenían del norte de África y que eran en su mayoría descendientes de pueblos bereberes. Estos guanches vivían de manera muy primitiva, como atestiguan las herramientas y armas encontradas en la isla, y casi siempre en cuevas. Asimismo, se piensa que podrían haber usado rocas y piedras para construir pequeñas estructuras a modo de cobijo, cubriéndolas luego con una techumbre de ramas y hojas. Su principal logro fue la alfarería sin la utilización de rueda alguna.
Tras la caída del Imperio Romano, Europa se olvidó de las Islas Canarias durante casi 1000 años. Hasta que unos marinos mediterráneos las redescubrieron a principios del siglo XIV, los aproximadamente 30.000 aborígenes de Gran Canaria habían vivido una vida relativamente pacífica. Fue entonces cuando cambió drásticamente, ya que italianos, portugueses y catalanes enviaban sus naves a las islas para retornar con esclavos y pieles. A comienzos del siglo XV, empezó el incesante proceso de conquista.
En Gran Canaria, los nativos resistieron con fiereza a la invasión castellana, aunque en 1483 Pedro de Vera, comandante de los ejércitos, había completado la conquista comenzada por Juan Rejón cinco años antes. Muchos guanches murieron o se suicidaron antes de caer en manos castellanas. Los que sobrevivieron fueron forzados a la esclavitud y a convertirse al cristianismo y pronto comenzaron a extinguirse.
Los contactos con el Nuevo Mundo (gracias a la gran emigración hacia Latinoamérica a causa del colapso de las industrias locales) y sobre todo tras la independencia de Cuba en 1898, hicieron nacer los aires independentistas canarios. La mayoría solamente quería la división del archipiélago en dos provincias separadas (Las Palmas y Tenerife), algo que finalmente se consiguió en 1927.
Ya en el año 1912, entró en vigor la Ley Constitutiva de los Cabildos Insulares, que dio pie a que se llevaran a cabo un número de proyectos de infraestructura, como el aeropuerto, las presas y la principal red de carreteras de la isla, poniendo a la vez la piedra fundacional para el desarrollo de la industria turística. Otra fecha clave en la historia de las Islas Canarias es 1982, cuando se firmaron los Estatutos de Autonomía.
En Las Palmas de Gran Canaria podemos encontrar numerosos lugares de interés, pero aquí te recomendamos los cinco mejores.
Situado en el municipio central de Tejeda, en la isla de Gran Canaria, el Roque Nublo es considerado una de las peñas naturales más grandes del mundo. De especial significado para los isleños, este roque de origen volcánico se eleva ochenta metros sobre su base y 1.813 metros sobre el mar. Antiguo lugar de culto para los aborígenes, todo su entorno fue declarado espacio natural protegido en 1987 y parque rural siete años después. Su enorme presencia solo es superada en altura por el pico de Las Nieves, con 1.949 metros, el lugar más elevado de Gran Canaria.
Junto al antiguo cauce del barranco de Guiniguada, frente al Teatro Pérez Galdós –que lleva el nombre de un hijo ilustre de Vegueta–, se abre una amplia oferta de paseos urbanos por calles de adoquines y rincones pintorescos. El visitante puede disfrutar de excursiones con hondo sabor histórico a través de un recorrido por estilos artísticos como gótico tardío y renacentista. Después del paseo, puede tomar un respiro en alguna terraza situada en las proximidades de los edificios históricos.
Una de las cosas que tienes que hacer en Las Palmas de Gran Canaria es visitar el barrio de Triana. Esta zona de la ciudad destaca por sus bonitas calles, amplia oferta de tiendas y diversa oferta gastronómica. Lo sugerente de este barrio es que sigue conservando el pequeño comercio tradicional de mercerías, panaderías, heladerías, zapateros, tiendas de moda, etc. junto con las nuevas tendencias en diseño y moda, así como los mejores restaurantes de la isla.
Teror es lugar de peregrinación de todos los habitantes de Gran Canaria, ya que el municipio acoge en su Basílica a la Virgen del Pino, Patrona de la Diócesis de Canarias. Por tanto, visitar Teror es visitar su Basílica. Se halla en la Plaza del Pino y el inicio de su construcción data del año 1767, aunque con posterioridad ha debido ser restaurada en varias ocasiones, sobre todo, en los años 1968 y 1969. El templo actual, con cubierta de dos aguas, posee tres naves con catorce arcos de medio punto sostenidos por columnas y pilastras. Su fachada se abre en tres puertas, y sus laterales también disponen de dos entradas, ventanales y vidrieras que representan los Misterios del Rosario.
La réplica de la histórica Carabela La Niña III recibe, en la trasera del Parque de Santa Catalina, a los turistas que visitan la ciudad rememorando el importante papel que desempeñó en la expedición de Cristóbal Colón hacia América y reivindicando la historia colombina de la capital grancanaria. El paso de Colón por Las Palmas de Gran Canaria está muy bien documentado, el 20 de mayo de 1492 llegó a la bahía de Las Isletas con cuatro embarcaciones y hace escala de cuatro días. Cristobal Colón estuvo en nuestra ciudad en su primer, tercer y cuarto viaje. La carabela “La Niña III” participó en la expedición al mando de Cristóbal Colón. La réplica de la embarcación se construyó en 1992 en Galicia según el diseño y los criterios de capitán Carlos Etayo. Ese año fue trasladada hasta Palos de La Frontera, en Huelva, desde donde navegó a Las Palmas de Gran Canaria para zarpar hacia la República Dominicana. La carabela ha permanecido desde el año 2000 en Las Palmas de Gran Canaria.